domingo, 23 de octubre de 2011

Remembranzas de un viejo mago. Lágrima de luna.

Hubo un tiempo en que en la tierra convivían humanos y elementales, los antiguos dicen que fue una época más atrás de la que conocemos; hablan de dos culturas prominentes, una central dominante a cuya ciudad llamaban Atlantis y una comunal que vivía en casi el resto del mundo a cuyas tierras llamaban Lemuria.
Por designio divino ese mundo tuvo que separarse, los antiguos cuentan que tal era el conocimiento del universo que poseían, que hicieron uso de fuerzas que pusieron en peligro el equilibrio universal, Dios decidió separar a los humanos y a los elementales, pero la convivencia entre ellos había generado lazos irrompibles pues habían formado familias y había despertado el amor entre ellos y el amor es la fuerza que mueve el universo. La separación de los mundos iba a generar mucho sufrimiento entre los seres que se amaban, los que por su naturaleza diferente tuvieron que separarse, esa fuerza que movía el universo, el amor, al separarse los mundos provoco un cataclismo tal que destruyo la tierra y dio principio al mundo que conocemos, de esos seres sólo quedan las leyendas y documentos antiguos que son considerados herméticos.

Cuenta la leyenda que existieron dos seres que se amaban tanto que quienes los conocían eran conmovidos por la manifestación de ese amor. Al ser separados, el varón que era humano, se reveló y trató de buscar la forma de volver a unirse con su amada cuya herencia era elemental ya que su madre era una ondina, ella por su lado deseaba quedarse en la tierra para estar con su amado.

Dios, al ver la forma en que estos seres se amaban, decidió dar la oportunidad a los hijos que fueron engendrados entre los seres de ambos mundos, ellos podían decidir si se quedaban con los padres humanos o los padres elementales pero, de quedarse en mundo humano, sería adoptando la forma de ciertos animales que con el tiempo fueron símbolos de manifestaciones mágicas; fue así como ella decidió quedarse en la tierra convirtiéndose en un delfín.

El iba todas las noches a ver a su amada que se había quedado habitando un lago de aguas cristalinas, pasaban mucho rato juntos y él aprendió el lenguaje de ella, en el canto del delfín rememoraban tiempos pasados y ella le enseñaba los secretos de la naturaleza, así el pudo vivir mucho tiempo, pero no era inmortal y al haber pasado mucho tiempo la vejez fue cargando peso sobre sus espalda, haciendo cada vez más difícil el acercase al lago, pero la fuerza que lo motivaba era tan poderosa que nunca falto en sus visitas al lago, día a día y cada día de su vida.

Sucedió que una noche de luna en cuarto menguante llego al lago y no encontró a su amada, la cual sin el saberlo había sido atrapada por pescadores, la vida había cambiado, habían pasado 333 años y se quedo solo, sentado a la orilla del lago, sintiendo que las fuerzas se le iban, aunque su corazón le decía que ella vivía. Su alma le hablaba de la angustia de ella por no poder acudir a la cita con él, su cuerpo debilitado por los años dejaba salir a su alma que iba al encuentro de su amada y la consolaba, al regresar su alma al cuerpo despertaba y lloraba cansado, lloraba por despertar.
La desilusión hacia presa de su ánimo pero aun así no dejo de ir ni una sola noche al lago, pues su alma que visitaba de noche a su amada le decía que volvería a verla, pero su mente confundida por los años ya no recordaba lo que enseño el delfín, su amada.

Los años lo llevaron a confundir la realidad con sus esperanzas, vivía cansado de esperar y no saber si vendría; la luna al ver sufriendo de esa forma al hombre, se entristeció y su tristeza oscureció su brillo, el sol trataba de reflejar su luz en ella pero la luna palidecía. Tanto era el sufrimiento del hombre que la luna se compadeció de él y decidió otorgarle un milagro, decidió retornarle a su amada, liberarla de su prisión y mostrarle el camino de regreso. Y era pues que sus captores, quienes  conocían sobre los secretos de la magia, sabían que los delfines eran protectores de los hombres, cuidaban la salud y custodiaban la felicidad, la habían llevado a tierras lejanas; pero la luna tenía que esperar el plenilunio para poder ejercer su poderosa magia.
Al llegar al plenilunio, la luna le dijo al sol que se acercara más para recibir su luz, cuentan los antiguos que la luna brilló, y brilló con tanta fuerza que se escribió en los libros de historia del día que no tuvo fin. Cuando llegó a lo más alto del cielo, para reflejar toda la luz del sol, la luna convocó a los cuatro elementos y conjuro el sortilegio de liberación, ordenando al viento que le lleve los pensamientos del amado para que el recuerdo del amor le de las fuerzas para recorrer la distancia, ordenó al agua que cure sus heridas y le permita deslizarse veloz a través de ella, ordenó al fuego que ilumine su camino y destruya los obstáculos que puedan detener su avance y, por último, ordenó a la tierra que con su magnetismo marque su norte para que no se desvié de la ruta y albergue al hombre para que espere su llegada.

Al terminar el conjuro, la luna volvió la mirada al amante para susurrarle que su amada volvía, que calle sus lamentos y escuche su corazón pues él le diría que su amada esta cerca, pero el hombre había perdido el aliento vital, su cuerpo ya estaba cansado y su corazón agotado de tanto latir, había muerto de tristeza. La luna, al ver esto, se conmovió tanto que rodaron dos lágrimas por sus mejillas las cuales cayeron a los pies del amante, pero él no las vio, sus ojos ya se habían cerrado y buscaba en el sueño eterno a su amada; al tocar las lágrimas la tierra, se convirtieron en dos trozos de piedra negra, dos piedras que brillaban con luz propia, luz de luna. La luna lloró de impotencia y lanzó otro potente conjuro, hechizando sus lágrimas convertidas en piedra, a quien encuentre las lágrimas le será otorgado el encontrar siempre el camino de retorno hacia la persona que ama en cualquiera de sus existencias.

Es así como el plenilunio se convierte en el símbolo de los amantes y los primeros rayos de luna muestran el camino a nuestra alma para ir al encuentro de nuestro ser amado, quiera que lo conozcamos o no y con sus últimos rayos, cuando besa al sol, oculta lo soñado dejando en el alma la necesidad de seguir buscando el amor, de seguir equivocándonos hasta que en un momento mágico, quizás con la luz del plenilunio, volvamos a encontrar al verdadero amor y así veremos brillar en los ojos del ser amado la luz de la esperanza.

El talismán Lágrima de Luna se convirtió en el talismán de los amantes, cuando la persona que posee las lágrimas las mantiene juntas poseerá un potente protector de su felicidad y de la persona amada. Si entrega una de las lágrimas a la persona que ella o el elija, conseguirá que esa persona siempre se mantenga a su lado unida por un amor verdadero, pero si no existe el amor en ellos el sortilegio hará que sea el inicio de un amor real. Si la persona elegida está alejada de su pareja y recibe una de las lágrimas, el sortilegio hará que esta persona regrese al lado de su amada. Las lágrimas también se pueden conjurar para atraer el amor verdadero. 

El sortilegio de la luna,  con el que se puede activar las lágrimas de luna, es herencia Atlante que mantienen en secreto los drusos.

Sifu.

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