lunes, 14 de noviembre de 2011

Experiencias de un aprendiz. La brujería ecuménica y el refugio interior.

Durante mi desarrollo en la brujería siguiendo la senda ecuménica, algo que me sorprendió gratamente fue el contacto directo que podía lograrse con la Diosa, pues según las enseñanzas que recibí, esa conexión no radicaba en el exterior sino dentro de uno mismo. Al comprender esto pude observar por primera vez que a través de la Diosa uno era capaz de entender y sentir no sólo a la naturaleza en el exterior sino la que reside en cada uno de nosotros, esa fuerza interna que nos impulsa a aprender o seguir la senda que elegimos y que nos otorga la conexión con los seres que habitan en otras dimensiones, los elementales. Estos espíritus de la naturaleza se ponen en contacto a través de nosotros mismos, pues es la capacidad inherente al ser humano que les permite lograr una comunicación fluida. 

A través de esta enseñanza aprendí también que nosotros nacemos con conocimientos de vidas pasadas y que los recordamos al ponernos en contacto con nuestra esencia, esa parte de bruja que llevamos en nuestro interior y que se manifiesta en nuestras vidas no sólo a través de la intuición sino a través de sabiduría que no entendemos como existe en nosotros en un primer lugar. 

El ritual del que hablo es: El Refugio Interior. Es la forma en que ingresamos a esa parte de la naturaleza inherente en nosotros y que nos ayuda a apreciar que tan unidos estamos con nuestra madre y con todo ser sobre la tierra, con los elementales y con la sabiduría ancestral que las brujas poseían. El lugar donde podemos recibir el cobijo de nuestra madre, meditar, armonizarnos con ella y renovar nuestras energías. Incluso ahí aprendí a usar elementos de la naturaleza para curar, sin tener conocimientos previos de ello o realizar diferentes rituales para entrar en contacto con vidas pasadas. Luego de practicar este ritual, comprendo que tan importante es el conectarnos con la naturaleza desde nuestro interior y como ser parte funcional de nuestro entorno. 

Recuerdo las primeras historias que mi maestro contaba de cuando se creó el primer grupo wicca en el parque el Olivar del cual El se volvió parte fundamental, de cómo crearon el primer refugio interior tan grande que albergaba a todo el grupo que se reunía y los primeros rituales realizados ahí. Creo que es una experiencia que debería vivir todos pues lo creo indispensable para entrar en contacto con la bruja que todos llevamos dentro, aquella parte en la que reside la naturaleza inexplorada del ser.

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