miércoles, 6 de junio de 2012

He quemado muchos puentes en mi vida.

Caminaba un monje por un camino cerca a un río turbulento, al andar escuchaba el crujir de las hojas secas debajo de sus pies, el sonido del agua pasar y un sollozo lejano. Poco a poco fue acercándose a un puente de madera y vio que sobre el había un hombre sentado encogido abrazando sus rodillas sosteniendo lo que parecía un pañuelo de mujer y a su lado un par de maletas pequeñas.

Al pasar a su lado se detuvo y muy amablemente le preguntó: "¿puedo ayudarte en algo?".

El hombre, con el rostro húmedo de tanto llorar, le dijo: "No lo se, estoy aquí hace horas sentado, tratando de decidir que hacer. Verás, mi esposa me dejó por otro hombre y a pesar de mis intentos por recuperarla no lo he logrado. Estoy aquí tratando de decidir si regreso e intento nuevamente demostrarle que soy más hombre que él o partir".

El monje le respondió: "Puedo ayudarte, pero debes escuchar con atención". El hombre accedió.

El monje se sentó a su lado y le dijo: "Antes de ser el monje que soy ahora tuve que tomar la decisión más difícil de mi vida, dejar todo lo que yo conocía como vida e iniciar una nueva sin saber lo que el destino deparaba para mi, sólo con la ilusión de seguir el sueño que en ese momento existía en mi. En mi vida tuve que quemar muchos puentes para dejar atrás aquello que me retenía pues la ilusión que tenia era más grande. Ahora tu estas sentado sobre uno y creo que simboliza que quizás es momento de dejar atrás aquello que tanto dolor te produce, pues para mi el puente indica el cambio de etapa, el fin de algo para el inicio de algo nuevo".

El hombre le agradeció por las palabras y algunas horas después, ya más sereno, tomó el consejo que le habían dado, quizás de una forma un tanto literal. El hombre quemó el puente donde horas antes lloraba sentado recogido pues había llegado a la conclusión que era hora que el fuera en pos de sus sueños, de aquel futuro que le aguardaba más allá del puente. Mientras observaba como ardía, se dio cuenta que se sentía aliviado y que, como el puente de madera que había quemado, tendría que construir puentes nuevos en los momentos que se diera cuenta que el camino hacia las metas que yacían en su interior escaparan de su vista.

Dedicado para aquellos que aun buscan seguir su camino y dejar el pasado en el lugar donde pertenece. La vida nos muestra el camino, somos nosotros que pretendemos no verlo por miedo a dejar aquello que nos hizo sentir seguros en algún momento de nuestras vidas.

Seamos como el agua que baja por la ladera de un cerro, si no hay camino a seguir, abramos el paso adaptándonos y creemos un nuevo sendero. Nuestro sendero.